Antes de empezar, decidimos mandarlo el lunes por la mañana para que empezaras la semana con este conocimiento. Pero planemos mandarlos el domingo por la tarde.
El cambio siempre empieza en el interior.
La mayoría de las personas quieren cambiar sus comportamientos, como hábitos, cambiar su vida o cambiar sus resultados, pero por dentro siguen siendo las mismas. Y por eso se quedan atrapadas, repitiendo los mismos patrones.
Y ahí está el problema principal al querer cambiar.
Cualquier cambio externo necesita primero un cambio interno: las creencias.
La mente controla todo, y si puedes controlarla, tendrás una gran ventaja.
¿Por qué tus creencias determinan tu destino?
Un ejemplo muy sencillo: una persona que quiere dejar de fumar y se ve a sí misma como alguien que está intentando, pero nunca tiene la creencia de que es una persona que ya no fuma, por lo que eventualmente va a volver a fumar.
Y esto se repite en más ámbitos y en cualquier aspecto: nunca vas a ser algo si no te ves de esa manera.
Seguramente alguna vez tú has hecho algún comentario negativo de ti, el típico “no puedo”, y cada vez que te lo dices refuerza la creencia de que no puedes y tú solo terminas limitándote.
Las creencias toman un papel sumamente importante en el desarrollo humano, ya que todas nuestras acciones se ven limitadas por tus creencias. Todas. Y esto significa que siempre ha sido tu responsabilidad tu vida y todo lo que pasa en ella, es decir, tu vida siempre ha estado en tus manos.
Tus acciones se ven condicionadas por tus creencias. Una vez que cambias tus creencias por otras, es cuando creas la oportunidad de cambiar, de mejorar. Un ejemplo muy sencillo:
Si piensas que eres el mejor deportista, empezarás a comportarte como tal. Empezarás a entrenar como el mejor, tendrás otra mentalidad y con el paso del tiempo te convertirás en el mejor.
El primer paso es detectar las creencias autolimitantes; estas son las creencias que te impiden crecer y son como: “solo puedo hacer esto”, “no puedo hacer esto”, o “no puedo”, “no tengo lo necesario”. Las creencias limitantes son todas las creencias que nos impiden superarnos.
Antes de identificar tus creencias autolimitantes, es ideal saber de dónde vienen.
De dónde vienen nuestras creencias:
Las creencias rigen nuestro comportamiento; alguien que se ve como una persona introvertida jamás se comportará como una persona extrovertida, no porque sea una verdad absoluta, su mente busca ser coherente con lo que cree que es.
Las creencias no son hechos, no son verdades absolutas y la buena noticia es que no son permanentes. Son interpretaciones que en algún momento tu mente aceptó, pero pueden ser cambiadas en todo momento.
La mayoría de estas creencias se forman en la infancia.
De niños llegamos al mundo con una curiosidad natural, dispuestos a explorar sin miedo. Pero en ese proceso, también nos exponemos a riesgos. Y aquí es donde entran nuestros padres: con la intención de protegernos, empiezan a decirnos qué se puede hacer y qué no.
“Eso no.”
“Cuidado.”
“No eres bueno para esto.”
“Así no.”
“Esto no es para ti.”
Estas frases, repetidas una y otra vez, no se quedan como simple lenguaje:
se convierten en límites internos.
Pero no todas las creencias se forman ahí.
La asociación emocional:
El cerebro aprende emocionalmente antes que racionalmente.
Si alguna vez viviste una experiencia intensa, ya sea positiva o negativa, se crea una conclusión rápida.
Si te ridiculizan al hablar en público → “hablar es peligroso”.
Si te castigan por equivocarte → “equivocarse está mal”.
Si te ignoraron al pedir algo → “no soy importante”.
Y es más fácil para la mente asociar que analizar, por eso se terminan formando estas creencias.
Entorno:
Si de pequeño recibías constantemente comentarios negativos, tu mente terminaba aceptándolos.
Si creciste escuchando:
“Eres desordenado.”
“Tú no puedes con eso.”
“Tienes mala memoria.”
“No seas exagerado.”
“Siempre te equivocas.”
Tu mente no lo cuestiona; simplemente lo convierte en “yo soy así”. Y te desarrollas tratando de ser coherente con esas creencias.
Tu entorno en el cual creciste moldea muchas de tus creencias que posiblemente tengas ahora.
Otro ejemplo de ello es que te adaptas a tu entorno, ya que la mente crea creencias para protegerte del dolor.
Si creciste en un ambiente crítico → desarrollas “si no soy perfecto, valgo menos”.
Si creciste en un ambiente impredecible → desarrollas “debo controlarlo todo”.
Si creciste sintiendo rechazo → desarrollas “no soy suficiente”.
Tus creencias influyen más de lo que podrías creer, ya que no solo influyen en lo que haces, gran parte de tu personalidad está formada por lo que crees de ti y de todo lo demás.
Tus creencias influyen:
Lo que piensas
Lo que sientes
Lo que permites
Lo que persigues
Lo que toleras
Lo que postergas
Lo que abandonas
Lo que te permites soñar
Lo que consideras “posible”
Las creencias tienen un mecanismo que es el siguiente:
Una creencia genera un comportamiento, que genera un resultado, que parece confirmar la creencia.
Ejemplo: Una persona que tiene la creencia de que es “introvertida”
Creencia → “Soy malo para socializar”.
Conducta → Evitas hablar.
Resultado → No mejoras.
Conclusión → “Sí, soy malo para socializar.”
Y siempre será del mismo modo, es lo que una creencia hace. Pero esto choca con el proceso de cambio de cualquier persona.
El proceso del cambio es:
Resultado → Acción → Identidad, que se basa en fabricar creencias a través de resultados. El proceso de una creencia es: Identidad → Acción → Resultado.
Este es el proceso de cambio, ya que al cambiar tus creencias, cambiarás tus resultados.
Cómo identificar tus creencias limitantes
Para cambiar efectivamente, debes encontrar estas creencias que te están impidiendo tu crecimiento.
Interrumpe la creencia limitante: quitarle autoridad a la creencia para que deje de controlar tus acciones.
Instrucciones:
Escribe en una hoja blanca tu creencia limitante lo más textual posible.
Ejemplos:
“Siempre dejo todo a medias.”
“Soy malo para socializar.”
“No soy suficiente.”
Ahora anota las respuestas a estas preguntas con honestidad:
¿De dónde aprendí esto?
¿Quién fue la primera persona que me dijo algo parecido?
¿Esa persona era un buen juez de mi potencial?
Si otro niño hubiera vivido lo mismo, ¿habría llegado a la misma conclusión?
¿Es una descripción real o solo una interpretación vieja?
Con una sola frase, conviértela en un error de aprendizaje.
Ejemplos:
“Aprendí a creer que fallar me define.”
“Aprendí a protegerme evitando.”
“Aprendí a ver mis errores como identidad.”
Cuando entiendes el origen, la creencia deja de sentirse como una verdad absoluta y se convierte en una historia antigua.
Debes ser sincero contigo mismo, porque tú eres la única persona capaz de ayudarte a mejorar.
Cómo reprogramar tus creencias
Una vez que identifiques esas creencias, llega el momento para cambiarlas.
Interrumpe la creencia limitante
Objetivo: quitarle autoridad a la creencia para que deje de controlar tus acciones.
Instrucciones:
Escribe tu creencia limitante lo más textual posible.
Ejemplos:
“Siempre dejo todo a medias.”
“Soy malo para socializar.”
“No soy suficiente.”
Responde estas preguntas honestamente:
¿De dónde aprendí esto?
¿Quién fue la primera persona que me dijo algo parecido?
¿Esa persona era un buen juez de mi potencial?
Si otro niño hubiera vivido lo mismo, ¿habría llegado a la misma conclusión?
¿Es una descripción real o solo una interpretación vieja?
En una sola frase, conviértela en un error de aprendizaje.
Ejemplos:
“Aprendí a creer que fallar me define.”
“Aprendí a protegerme evitando.”
“Aprendí a ver mis errores como identidad.”
Cuando entiendes el origen, la creencia deja de sentirse como una verdad absoluta y se convierte en una historia antigua.
Reemplaza la creencia por una más útil
Objetivo: crear una creencia nueva que tu mente pueda creer desde hoy.
Instrucciones:
Escribe la versión nueva y realista de esa creencia.
No se trata de decir: “Soy el mejor del mundo.”
Se trata de algo que tu mente no rechace.
Ejemplos:
Vieja: “No soy disciplinado.”
Nueva: “Puedo ser disciplinado si hago las cosas en pasos pequeños.”
Vieja: “Soy malo para hablar con gente.”
Nueva: “Puedo mejorar si me expongo un poco cada día.”
Define un comportamiento mínimo diario que respalde esa nueva creencia.
Que sea pequeño y que no puedas fallar.
Ejemplos:
20 minutos de ejercicio.
Leer una página.
Anotar una idea diaria.
Elige una hora del día para cumplirlo.
Idealmente siempre la misma, para crear un patrón.
Registra cada día si cumpliste tu evidencia mínima.
Intención:
Las creencias no cambian con motivación; cambian con la motivación consistente.
Integra la nueva creencia a tu identidad
Objetivo: que tu mente deje de ver la creencia como un esfuerzo y la adquiera como parte de tu identidad.
Instrucciones:
Describe brevemente como actúa alguien que ya vive esta creencia.
Ejemplo:
“Alguien disciplinado hace pequeños avances diarios.”
“Alguien seguro se permite fallar sin castigarse.”
“Alguien social se expone aunque sienta nervios.”
Elige un comportamiento simbólico que refleje esa identidad.
Debe ser algo que te recuerde: “Yo ya soy esta versión.”
Ejemplos:
Vestirte mejor para trabajar.
Hablar un poco más claro.
Ordenar tu escritorio antes de comenzar.
Escribir tu meta al despertar.
Mantén este comportamiento por 21 días.
No porque sea mágico, sino porque 21 días son suficientes para crear un patrón cognitivo.
Intención:
Cuando actúas como tu nueva identidad, la mente deja de debatir y empieza a obedecer.
Con esto finalizamos la Carta 001. Es muy importante que seas honesto y sincero porque solo así podrás seguir creciendo.
Esto no se trata de convencerte, sino de convertirte.
Tu mente cambia cuando le demuestras quién eres, no cuando le dices quién quieres ser.
Si tienes alguna sugerencia, nos gustaría escucharla, aceptamos feedback.
Nos vemos pronto.
EL CAMBIO ES HOY
-Aude
